Alegato de Enrique Gorriarán Merlo ante la Cámara de San Martín

Argentina: 2 de Julio de 1997

Enrique Gorriarán Merlo fue uno de los líderes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)durante el proceso de lucha que se vivió en Argentina en los años 70. Ante la muerte en combate del jefe máximo del ERP, Santucho, y el profundo y peligroso debilitamiento de la organización, tuvo que exiliarse a Nicaragua a final de los años setenta. Allí luchó junto al ejército sandinista por la liberación de Nicaragua y participó en los ochenta en el ajusticiamiento del sangriento ex-dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Además en 1989 participó en el asalto al cuartel militar de La Tablada para fustrar un golpe de estado que el ejército estaba gestando. Fue detenido en México por los servicios secretos argentinos y condenado a cadena perpetua por los hechos de La Tablada.

Indice


DEL 28 DE JUNIO DE 1966 AL 25 DE MAYO DE 1973
DEL 25 DE MAYO DE 1973 AL 24 DE MARZO DE 1976
DESDE EL 24 DE MARZO 1976 AL 10 DE DICIEMBRE DE 1983




DEL 28 DE JUNIO DE 1966 AL 25 DE MAYO DE 19735
Cuando aún gobernaba el presidente Illia, Onganía  ya resaltaba la teoría de  las "fronteras ideológicas", que consideraba al enemigo interno como eje de la  hipótesis de conflicto de las FF.AA.. Enemigo interno era, para Onganía, todo  aquel que se propusiera impulsar cambios, al que sindicaba como "comunista". Apenas concretado el golpe contra Illia  y la democracia, aquella concepción  expresada por Onganía y que no era otra que la "Doctrina de Seguridad  Nacional" que asoló a América Latina toda, comenzó a aplicarse. La prohibición  de los partidos políticos y las intervenciones a  sindicatos y universidades fueron  su acto primero. En seguida la represión a las universidades, en lo que es  conocido como la noche de "los bastones largos", y que consistió en apalear  profesores y alumnos que planteaban la autonomía.  Por  esa reivindicación la  dictadura los acusaba de querer crear "soviets" y, al  igual  que los señores  fiscales en su acusación a la que me estoy refiriendo, de ser "subversivos". Esta acción de los golpistas, dio inicio a un proceso ininterrumpido hasta  1983, y aún hoy irresuelto: el éxodo de catedráticos y científicos. Y el hecho es de  vital significación histórica,ya que su perduración en el tiempo se convirtió en la  causa principal del progresivo retroceso de Argentina en cuanto a desarrollo  cultural, científico y técnico. En el mismo año de su instalación la dictadura cobró su primer víctima  mortal. Santiago Pampillón  fue asesinado a balazos mientras participaba de una  marcha pacífica de protesta estudiantil en Córdoba. Le siguió Hilda Guerrero de  Molina que reclamaba, también pacíficamente y entre  miles de personas, contra  la desocupación que generaba el cierre de ingenios en Tucumán. Entre otros, los  estudiantes Juan José Cabral en Corrientes,  Adolfo Bello en Rosario y el  metalúrgico Norberto Blanco también en Rosario, fueron engrosando la lista de  asesinados.  El gobierno militar avanzaba en su proyecto de entrega  económica firmando  convenios como el que obligaba, por ejemplo, a YPF, todavía en nuestras manos,  a pagar compensaciones a empresas extranjeras por los contratos que había  anulado Illia; con el argumento del déficit se planteó el achicamiento del Estado  dejando en la calle a miles de empleados públicos; reformó la "ley de inversiones  extranjeras" en favor de las multinacionales; y  bajo la dirección de Krieger  Vassena, ex funcionario de Aramburu y hombre de confianza  del FMI, buscaba,  con su apoyo, dar pasos en pro de una mayor concentración  de la  riqueza. Para  ello utilizaba la única alternativa viable: reprimía con palos y muerte cualquier  expresión opositora; que al ser mayoritaria no hubiese permitido  democráticamente la consumación de esos objetivos económicos.  Esa era la realidad cuando, desde el lado popular, comenzaron  a surgir las  primeras instancias de organización para resistir. En medio de huelgas gremiales  y ante la traición de los sectores  pro militares de la dirigencia sindical -llamados  colaboracionistas en aquellos años- se conformó la CGT  de los Argentinos. A  ésta la impulsaron verdaderos representantes de los trabajadores como Raimundo  Ongaro o Agustín Tosco, o el desaparecido dirigente de Farmacia Jorge Di  Pasquale. Y ella se transformó en el punto de referencia y reunión de estudiantes,  profesionales, artistas y todo opositor con disposición a luchar contra las  autoridades de uniforme. Su periódico, dirigido por el revolucionario  desaparecido Rodolfo Walsh, pasó a ser el vocero público y el articulador unitario  de los planteos antidictatoriales.  Nuestro compañero, hoy desaparecido, Quito  Burgos escribía en esa publicación.  El Cordobazo, el 29 de mayo de 1969, se incorporó  a la historia de este  pueblo para siempre. Durante una marcha que era parte del paro activo  convocado para aquel día por la CGT local, el trabajador del Sindicato de  Mecánicos Máximo Mena es asesinado; y eso enciende la ira popular. En el relato de Agustín Tosco, el máximo líder de aquella gesta, las cosas  ocurrieron así: "La situación era que la policía venía matando gente y no había  defensa para ello. Entonces se decidió enfrentar a la policía, de manera que no  pudiera seguir matando gente impunemente"... "los compañeros mecánicos  tenían gomeras con tuercas,  otros tenían bombas de estruendo y alguno,  alguna que otra arma".  Superada la policía, reprimió directamente el ejército; y aunque nunca se supo  con certeza, oficialmente se dijo que  hubo  14 muertos,  200 heridos y 2000  presos. Al día  siguiente, mientras los dirigentes de Luz y Fuerza estaban en una  reunión, la Gendarmería Nacional entró al sindicato a los tiros y los detuvo.  Permanecieron varios meses en prisión; pero la resistencia a la dictadura había  tomado otra dimensión y similares movilizaciones se expandieron por todo el país  en los meses y años siguientes. Para esa época la tortura era inevitable para cualquier detenido; y el crimen  contra opositores continuaba siendo una de las prácticas  comunes implementada  por los personeros del régimen.  En marzo de 1970, cuatro meses antes de la  fundación del ERP, al que yo pertenecía, la represión  produjo el primer acto de lo  que sería la forma represiva más espantosa del genocidio. Alejandro Baldú,  detenido por la Policía Federal, pasó a ser  desaparecido para siempre. Todavía  gobernaba Onganía; y la decisión sobre al aplicación de la nefasta  metodología  había sido tomada por los  altos mandos de las FF.AA.. A él, a Baldú, lo  antecedió, en 1962, Felipe Vallese, aunque a diferencia de esta vez, el crimen de  Felipe había sido igual por lo repugnante, pero excepcional.  A finales del '70, en diciembre, desaparecieron el abogado de presos  políticos Néstor Martins y su cliente Nildo Centeno. Desde principios del '71 les  siguieron el matrimonio Verd y Juan Pablo Maestre y Mirta Misetich. A Juan  Pablo lo abandonaron muerto en una calle; lo habían baleado y falleció cuando lo  trasladaban. Mirta no volvió a aparecer. En setiembre desapareció el primer  miembro del PRT-ERP, Luis Pujals; a finales del '71 los desaparecidos eran 17. El 22 de agosto de 1972, 11 militantes del PRT-ERP, 3 de las FAR y dos de  Montoneros, fueron fusilados en la base naval Almirante Zar de Trelew, mientras  se encontraban detenidos; se les aplicó la "Ley de Fuga" que, para quien no la  conozca, consiste en asesinar prisioneros con la falsa excusa de que pretendieron  escapar. La verdad completa sobre la forma en que se ejecutó aquel crimen, se  pudo recomponer gracias a que tres de las víctimas, Alberto Camps, Ricardo  Haidar y María Antonia Berger, sobrevivieron y relataron los pormenores de lo  ocurrido aquella madrugada. Los tres sobrevivientes fueron más adelante, ya  durante la dictadura última también ultimados.  La masacre de Trelew se convirtió  en el segundo acto de "Terrorismo de Estado" en la modalidad del asesinato de  prisioneros, contando desde el golpe que en 1955 había derrocado a Perón; el  primero, ordenado por el General Aramburu, ocurrió el 9 de junio de 1956 en los  basurales de José León Suárez. La diferencia entre uno y otro es que mientras lo  de José León Suárez fue una acción aislada, Trelew dio inicio a una práctica  constante que, producto de una decisión política, no se detendría, como en el caso  de las desapariciones, durante los 11 años subsiguientes. 

DEL 25 DE MAYO DE 1973 AL 24 DE MARZO DE 19765  
El primer día de gobierno del presidente Cámpora, una gran movilización  sobre la cárcel de Villa Devoto arrancó a los presos políticos. Pero en ella las  balas policiales terminaron con la vida de dos manifestantes: Oscar Lisak de 16  años y Carlos Sfeir de 17. El 20 de junio, 25 días después, ante el retorno de Perón al país, en Ezeiza las  AAA tirotearon y mataron a un número indeterminado de personas que  marchaban encolumnadas tras las banderas de la resistencia. El 13 de julio renuncia el presidente Cámpora, quien es sustituido por Raúl  Lastiri, yerno de López Rega; fundador junto al coronel Osinde y el Comisario  Villar de las AAA. A cincuenta días de iniciado, había terminado el único  período en que se puede decir que existió un verdadero intento democrático entre  1966 y 1983.  Los grupos parapoliciales actuaron, desde entonces, avalados desde  el poder más encumbrado. El 15 de julio fue asesinado en Córdoba, después de su detención, Eduardo  Jiménez (militante del PRT-ERP). Y al mismo tiempo que se sucedían las  ocupaciones de fábricas y edificios públicos por parte de trabajadores que,  esperanzados, reclamaban reivindicaciones negadas durante la dictadura,  aumentaba la frecuencia de los atentados contra activistas políticos o sectoriales  identificados con el peronismo combativo o la izquierda.  Los crímenes de las Tres A -asesinatos, secuestros, atentados-, que durante  agosto y setiembre del '73 habían sido unos diez, fueron en aumento desde la  asunción de Perón en octubre del mismo año; para alcanzar un promedio superior  a los 30 mensuales, cuando falleció en julio del '74. Entre éstos, fueron  asesinados 17 activistas sindicales. Del '46 al '55 el gobierno de Perón había contribuido al mejoramiento de las  condiciones de vida del pueblo y a la organización del movimiento obrero.  Después mantuvo una postura que atacaba la proscripción y el autoritarismo; e  incluso había apoyado, o al menos se había negado a condenar, la resistencia  armada que se desarrolló contra la dictadura. Pero su postura cambió desde su  regreso aquel 20 de junio de 1973.  Luego de aprobar la matanza de ese día,  continuó aferrándose a las posturas y acciones de la derecha. El Comisario Villar,  uno de los creadores de las AAA, fue nombrado jefe de la Policía Federal durante  su mandato. Por otro lado, avaló los golpes de estado provinciales que  destituyeron a gobernadores democráticos o progresistas en Buenos Aires,  Córdoba, Salta, Santa Cruz y Formosa. Restituyó la legislación represiva que  había sido derogada por Cámpora meses antes; y obligó a la renuncia de 8  diputados de la J.P. que se oponían a ello. Cuando, desde el periódico "La  Calle", le pidieron que investigara el accionar de las Tres A, acusó a la  publicación de "apología de la violencia" y terminó clausurándola. En mayo del '74, con Isabel en la presidencia, las AAA firmaron por primera  vez un atentado: el que costó la vida al padre Carlos Mujica. Le siguieron Silvio  Frondizi y su yerno; el diputado Rodolfo Ortega Peña, que el día anterior había  pedido un informe sobre la matanza de seis prisioneros y que acababa de  integrarse al PRT-ERP; Alfredo Curuchet defensor de presos políticos y abogado  de sindicatos; Tito Pierini, dirigente del SUPE; Atilio López, ex vicegobernador  de Córdoba derrocado por un golpe de derecha. Las mismas AAA volaron la casa  del entonces rector de la Facultad de Bioquímica y Farmacia Raúl Laguzzi, dando  muerte a su hijo de 5 meses de edad.  Por el sólo hecho de ser parientes de  revolucionarios, asesinaron en Tucumán al padre de Clarisa Lea Place y en  Córdoba a la familia de Mariano Pujadas. Clarisa y Mariano habían sido dos de  los masacrados en Trelew en 1972. En 1975, entre muchos, desaparecieron para  siempre a Graciela del Valle Maorenzic,  esposa de Antonio del Carmen  Fernández, asesinado en 1974 después de detenido; y  María de las Mercedes  Gómez, embarazada de 7 meses, y esposa de uno de mis hoy abogados defensores,  Carlos Orzoacoa.  El entonces capitán Seineldín era quien oficiaba de coordinador entre el  ejército y las huestes no militares de las AAA. Y el Teniente 1ª Héctor Vergés, el  mismo que hoy vemos profusamente en los medios de comunicación masivos en  el insólito papel de analista, comandó, en Córdoba, junto al ex jefe de  investigaciones Telledín uno de los primeros comandos comunes. Este grupo fue  el que en 1975 asesinó a Marcos Osatinsky durante un "traslado" ordenado por el  entonces juez Zamboni Ledesma, quien autorizó alrededor de 20 operaciones del  mismo tipo y que culminaron con idénticas consecuencias. Zamboni Ledesma  hacía, hasta su fallecimiento, las veces de legalizador jurídico de los crímenes  realizados por las AAA y planificados en el campo de exterminio de La Perla a  instancias del "tercer cuerpo de ejército", comandado por el genocida General  Benjamín Menéndez, quien, como todo asesino de uniforme, hoy goza de los  beneficios de la libertad.  El mismo "grupo de tareas" policial-militar es el que  masacró a la familia Pujadas en la misma provincia. En octubre de 1974, las AAA, encabezadas por el célebre criminal García  Rey, entonces jefe de policía de Córdoba, entraron a balazos a la sede sindical de  Luz y Fuerza de esa ciudad, obligando a la clandestinidad de Agustín Tosco,  quien murió en noviembre de 1975 producto de una enfermedad que, de haber  estado en condiciones normales y haberse atendido a tiempo, quizás hubiese  superado. Los sindicatos opositores eran asaltados e intervenidos; y sus dirigentes  asesinados o desaparecidos como René Salamanca, Secretario General de  SMATA Córdoba.  La represión, desde el inicio, estaba dirigida tanto contra peronistas  revolucionarios, como contra PRT-ERP u otras fuerzas de izquierda. Es decir  contra todo aquel que proyectara un cambio, por la vía que fuera y desde la óptica  política que sea. En el caso del PRT-ERP, no obstante la clandestinidad, de ninguna manera  dejamos de lado el trabajo político y reivindicativo. Le dimos suma atención y en  aquel tiempo fue cuando mayor desarrollo alcanzamos.  Y esto se revela en el FAS  (Frente Antiimperialista por el Socialismo) que en aquellas condiciones llegó a  nuclear alrededor de 25 mil dirigentes y activistas sectoriales (obreros,  estudiantes, profesionales, indígenas, etc.) de todo el país en su encuentro  realizado en Rosario en  1974; o en los eventos organizados por el MSB  (Movimiento Sindical de Bases) donde, por ejemplo, en Córdoba en abril del '74,  se reunieron 4500 delegados dirigentes de sindicatos, de comisiones internas o  agrupaciones, y activistas de fábricas y otros centros de trabajo.  Además, sacamos el diario "El Mundo", que llegó a distribuir  100 mil  ejemplares; y quincenalmente, desde imprentas clandestinas y enterradas,  publicábamos 20 mil periódicos "El Combatiente" del PRT y 30 mil "Estrella  Roja" del ERP. Es de suponer  que no podríamos haber hecho todo eso desde un  aparato artificial. En  aquellos años mucha gente buscaba cambiar el sistema por  uno más equitativo y  veía en nosotros una opción consecuente  en esa dirección. Por otra parte, en 1975, para facilitar la unidad contra el golpe militar que ya  se avizoraba, propusimos a los partidos políticos dejar de lado la lucha armada,  pero salvo excepciones, la mayoría ya comprometidos con los militares no  aceptaron dicha unidad. Entre 1973 y 1976 no se vivía una primavera democrática rota por el accionar  guerrillero.  Desde el 25 de mayo y sobre todo desde la matanza de Ezeiza - salvando la responsabilidad del gobierno de Cámpora- los sectores populares  debieron enfrentarse a una derecha cívico-policial-militar cuyas actividades  criminales nunca se detuvieron y siempre fueron en aumento. Las llamadas AAA,  por  vía de 2500 crímenes de todo tipo, se encargaron de proseguir la política  "Terrorista de Estado" que había comenzado con Onganía y que mostró su  expresión más desarrollada durante los siete años de la dictadura instaurada a  partir del golpe encabezado por Videla. 

DESDE EL 24 DE MARZO DE 1976 AL 10 DE DICIEMBRE DE 19835  
Desde el 24 de marzo de 1976 se profundizó la entrega económica y la deuda  externa creció de 7 mil a 44 mil millones de dólares hasta 1983. El aumento del  endeudamiento externo no se tradujo en obras productivas o públicas, sino que  benefició a las grandes empresas y a los propios jefes militares; quienes a través  de una reforma a la "ley de inversiones extranjeras" podían retirar utilidades o  directamente engrosar sus cuentas en bancos suizos o de otros países sin  limitación alguna. Al mismo tiempo se tomaron medidas como la eliminación de la ley de  contrato de trabajo o el aumento de los servicios públicos, agudizando los  padecimientos de la gente.  En un año el salario real disminuyó en el 40%, la  participación de los trabajadores cayó a menos de un tercio del ingreso nacional y  la desocupación trepó al 9%, lo que en la época constituyó un récord histórico.  Los sueldos militares aumentaron al doble. Para poder implementar una política de esa naturaleza se ejecutó una política  contrainsurgente destinada a neutralizar la reacción popular, generalizando a  escalas increíbles cada una de las modalidades del "Terrorismo de Estado";  y,  como dije al principio, concretando el más brutal de los genocidios que hayamos  sufrido los argentinos en toda la historia.  A fin de financiar las tareas de  inteligencia, los gastos emergentes de los operativos para las detenciones de  opositores; y de garantizar la infraestructura necesaria para ejecutar en secreto a  gente encadenada, las FF.AA. aumentaron su presupuesto a 1800 millones de  dólares, que era el equivalente a la mitad del total de las exportaciones del país. La complicidad de buena parte de políticos se expresa en que en 1978, cuando  los desaparecidos llegaban a 20 mil, más de 300 radicales, alrededor de 200  justicialistas y varios de otros partidos sumaban unos 750 intendentes que  acompañaban a las FF.AA. en su cruzada de corrupción, entrega y muerte.  Los señores fiscales sacando las cosas de ese contexto histórico, han marcado  como uno de mis antecedentes negativos el haber participado de la lucha  guerrillera en los años '70; y han expresado con idéntico criterio el que yo haya  reivindicado en una entrevista a los militantes del PRT-ERP Mario Roberto  Santucho y Hugo Alfredo Irurzún; y a Carlos Fonseca y el Che. Las dos cosas son  ciertas. Participé en la lucha guerrillera en los años '70; y reivindico a Mario  Roberto Santucho, a Hugo Alfredo Irurzún, a Carlos Fonseca y al Che. Mi dolor por la muerte de Robi, estoy seguro, fue incomparablemente mayor  al entusiasmo que su caída provocó a sus asesinos. Santiago fue un  internacionalista de cualidades humanas excepcionales. Y el desprecio que  muestran los señores fiscales por su figura se ve compensado con creces por el  registro imborrable en la mejor de las memorias, una memoria  que  no podrá  poseer jamás la mejor de las computadoras: la memoria del pueblo de Nicaragua.  Esta se encuentra patentizada en que una calle en Managua y un centro de  producción agropecuario llevan su nombre en aquel país latinoamericano. Admiro y reivindico, por supuesto, también al Che y  Carlos Fonseca. Al Che,  lamentablemente, no lo conocí personalmente. Pero sí conozco la obra que  contribuyó a construir: Cuba revolucionaria. Y en Cuba aprendí algo que no me  pudo enseñar este país: aprendí cómo en un país pobre con un gobierno decente  puede comer todo un pueblo, puede contar con hospitales todo un pueblo, pueden  ir a las escuelas todos los niños de un pueblo, pueden vivir dignamente todos los  habitantes de un pueblo.  A Carlos lo conocí en 1972 en momentos muy difíciles  para él. Eran apenas 7 y no 10, como dijo el fiscal, y además estaban asilados en  Cuba. Entre ellos estaba Daniel Ortega después presidente de Nicaragua. Me  llamó la atención, además de su humildad y su amplio dominio sobre la historia y  la idiosincrasia de los pueblos de Nicaragua y Centroamérica, el optimismo que  reflejaban sus palabras respecto a un triunfo futuro, que él descontaba. Me llamó  la atención y, en verdad, creí que su optimismo era, dada la situación del  momento, demasiado. Para peor, y para nuestro dolor, Somoza logró asesinarlo a  fines del '76. Recién empecé a comprenderlo cabalmente en los días de la guerra  contra el último de los dinástas; y terminé de convencerme de su predicción  cuando el 19 de julio de 1976 entramos victoriosos a Managua.  Debo aclarar, para que los señores del tribunal conozcan mejor a este acusado,  que de la misma manera reivindico a todos los que enfrentaron, con armas o sin  ellas, en Argentina y en América Latina, a los personeros de la nefasta "Doctrina  de Seguridad Nacional". A todos ellos les ofrezco lo único que tengo: mi amor eterno; y mi  compromiso de defenderlos hasta la muerte, sean cuales sean las  circunstancias en que me encuentre.  Señores: cuál fue el saldo de este proceso en nuestro país? Aquí hubo 30 mil desaparecidos. Los 30 mil eran mis compañeros y quienes  los desaparecieron fueron las FF.AA. Aquí hubo al menos 500 niños nacidos en cautiverios clandestinos. Los niños  fueron robados por militares o miembros de las fuerzas de seguridad; y sus  madres asesinadas por los mismos ladrones, después de parirlos. Los niños son  los hijos de mis compañeros. Las madres asesinadas eran mis compañeras. Aquí hubo gente viva arrojada al mar o al río desde aviones militares. Los  arrojados al mar o al río eran mis compañeros. Los que los tiraron eran miembros  de las FF.AA. Aquí  hubo familias enteras asesinadas por ser parientes de militantes  revolucionarios. Las familias eran las familias de mis compañeros. Sus asesinos  eran los miembros de las FF.AA. y de seguridad. Aquí hubo prisioneros asesinados en "traslados", ordenados por jueces, desde  las cárceles donde se encontraban legalmente detenidos.  Los prisioneros  asesinados eran mis compañeros. Los asesinos eran las FF.AA. y de seguridad; y  los jueces que ordenaron sus traslados eran sus cómplices. Aquí hubo hombres y mujeres detenidos y después asesinados en combates  fraguados. Los asesinados eran mis compañeros. Los asesinos eran miembros de  las FF.AA. y de seguridad. Aquí hubo entierros clandestinos de hombres, mujeres y hasta niños. Los  sepultados eran mis compañeros y sus hijos; y los enterradores integrantes de las  FF.AA. y de seguridad. Aquí se volaron cuerpos de militantes asesinados. Los cadáveres destruidos  eran de mis compañeros; y los explosivistas eran militares y policías. Aquí hubo centros clandestinos para detención y tortura. Los detenidos  torturados eran mis compañeros; los torturadores los miembros de las FF.AA. y  de seguridad.  Señores del Tribunal: como consecuencia de los hechos que acabo de  sintetizar nuestro país, Argentina, es el único del mundo en el que han debido  organizarse tres generaciones directamente afectadas por la bestialidad  militar: los hijos de desaparecidos por razones políticas, las madres de  desaparecidos por razones políticas y las abuelas de los niños robados por  razones... incalificables.  Es una hipocresía ilimitada equiparar, como hacen algunos, las acciones  de la resistencia con las aberraciones militares. Y es una complicidad  descarada con los asesinos, la reducción de la historia a la mentirosa versión  de que acá existió una guerrilla porque sí, como hacen los fiscales. Dos  demonios?: son iguales Rodolfo  Walsh y Massera?, son iguales Haroldo  Conti y Videla?, son iguales Cacho Perrota y Astiz?. No. Frente a la vida y la  justicia hubo dos actitudes: la de los justos y la de las bestias. De Rodolfo es  conocida su militancia en Montoneros; aclaro que Haroldo Conti y Cacho  Perrota eran militantes del PRT-ERP.  Pero en todas las organizaciones de la  resistencia encontraremos idénticos ejemplos. Sobre esta etapa, a partir de que acá hubo un enfrentamiento armado o  guerra o cómo gusten llamar, existen dos temas en discusión: el primero es de  quién es la responsabilidad de lo sucedido; el segundo es quién utilizó  métodos aberrantes. En el primer aspecto no lo he demostrado yo, sino la realidad histórica,  que recién después del golpe de Onganía surgieron las organizaciones  armadas populares que actuaron en los '60 y '70; en cuanto al segundo  aspecto los resultados con contundentes: por qué las FF.AA. insisten en no  hablar de hechos concretos? por qué cuando alguien lo hace, como Schilingo,  lo meten preso por una acusación tan falsa como ridícula como es un cheque  sin fondos y no por sus crímenes? por qué  ningún juez local, se dedicó a  investigar denuncias por flagrantes violaciones a los Derechos Humanos y  tienen que hacerlo las justicias de España, Francia, Suecia o Italia?


fuente : http://www.lahaine.f2s.com/Historia/merlo.htm

bgcolor="#FFE7CE">
Amauta Revista socio-politica latinoamericana