Origen y Desarrollo del Peronismo
Movimiento Nacional y Partido de Clase

AMAUTA
Por : Mercedes Balech
 
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Como nosotros estamos en uno de ellos, tenemos determinado allí el gran espacio en donde vamos a actuar. Pero nosotros tenemos que actuar con una gran prudencia" (21). Se llegó hasta el ofrecimiento de tropas lo que posteriormente no se concretó. En el plano interno, dentro de la acción de gobierno, podemos mencionar la creación del IAPI (Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio) que tuvo en sus manos la comercialización de la producción exportable; la nacionalización del Banco Central; el crecimiento de la ya existente Flota Mercante del Estado y la creación de un flota aérea (FAMA). Asimismo se desarrolló una política de nacionalización de ciertas empresas. Con respecto a la compra de los ferrocarriles de capital inglés, no cabe hoy la menor duda de que ésta fue requerida por Inglaterra (potencia que había salido debilitada de la Guerra Mundial y de la cual Argentina era acreedora) y que fue considerado un excelente negocio para los británicos. Esta venta se concretó en l947. Otro tanto ocurrió con la parcial nacionalización de la Empresa Unión Telefónica, de capitales norteamericanos, subsidiaria de la ITT. La operación fue recibida con alborozo por los vendedores que obtenían además la seguridad de aprovisionamiento de equipos y asistencia tecnológica por muchos años. Con anterioridad al ascenso de Perón a la presidencia, se habían nacionalizado la Cía. Primitiva de Gas (l944) de capitales ingleses, así como el holding Ansec que detentaba el servicio de electricidad en varias regiones del interior del país (l943-44), de capitales norteamericanos. Por el contrario se evitó nacionalizar la CADE (Compañía Argentina de Electricidad) que daba excelentes ganancias, pese a los escándalos de soborno que había protagonizado y a la posibilidad de lograr su incorporación al patrimonio nacional sin desembolsar un centavo. Esta nacionalización fue evitada por expresa decisión del gobierno. Tampoco fueron tocados los frigoríficos. Todas estas políticas se llevaron a cabo sin cambios de fondo en la estructura del país. En la industrialización no se habían definido claramente prioridades y esa misma industria se manifestaba muy dependiente de nuevas importaciones de materias primas y bienes intermedios al mismo tiempo que se hacía necesaria la renovación de equipos, insuficiencia de combustibles y fallas de infraestructura. La posibilidad de reducir importaciones mediante su sustitución ya se había realizado hasta donde daba este modelo. La política agraria de Perón no trajo aparejados cambios en el régimen de tenencia de la tierra, salvo episodios aislados, sin continuidad. A una primera época en que, a través del IAPI, realizara transferencia de fondos desde el agro a la industria, pasaría a otra en que el mismo IAPI subvencionaría a los productores dada la imperiosa necesidad de las divisas que el agro generaba. No podemos realizar una detallada revisión del proceso económico, pero todos los economistas coinciden en el estrangulamiento que empieza a manifestarse a partir de 1951, revelando que el plan en ejecución tenía alcances muy limitados. En estas circunstancias se hacen más notables las incoherencias en que incurre el propio Perón. Así, después de haber expresado en l949 que no hacía falta exportar, al año siguiente la Memoria del IAPI decía, ante la disminución de las compras de carnes por el Reino Unido: "El país necesita en la etapa de evolución en que se encuentra su economía, un apreciable volumen de divisas. Por ahora, y en el futuro inmediato, la responsabilidad de la producción de divisas -especialmente de aquellas provenientes de los países principales proveedores de bienes de producción- recaerá en su práctica totalidad, sobre la exportación de productos agropecuarios" (22). En el año l949, Perón expresaba ante ese mismo problema de divisas, debido a la falta de producción en el país de los materiales necesarios: "lo que nosotros necesitamos afortunadamente, son máquinas, aunque sin las máquinas podemos seguir viviendo. Los que no pueden seguir viviendo son los que necesitan trigo y carne"(23). Pero he aquí que ya en el año l954, con la situación en franco deterioro, dice en su Mensaje al Congreso del 1º de Mayo, que el déficit energético es crucial, estando las industrias expuestas a su paralización total y añade: "el déficit de petróleo argentino ha sido un permanente factor negativo en la negociación de nuestras carnes, ya que Gran Bretaña, con todo derecho, sólo nos vendía petróleo según su propia necesidad de carne. Los negociadores británicos siempre han sabido que el pueblo inglés -como cualquier otro pueblo- puede vivir sin carne...!pero que ningún país puede desarrollarse sin petróleo!" (24). Finalmente hace un convenio con la California Argentina de Petróleo de origen norteamericano y al presentarlo ante el Congreso señala que el único recurso viable es "la inversión de capitales extranjeros". En el año l947 había afirmado que la "política petrolera ha de basarse en la explotación por parte del Estado sin compartir sus funciones con otros intereses." (discurso del 13 de diciembre de l947 (25). Pero en al año l954 expresaba: "No teniendo capitales, llegaría un momento en que el ritmo del desenvolvimiento industrial argentino iba a ser tal que, con todos los capitales del Estado, no se hubiera podido financiar la explotación petrolífera necesaria para abastecer las necesidades de la industria", (discurso de abril de l954). Evidentemente el tiempo de la gran prosperidad y la euforia declamativa había concluido. La acumulación de capital planteaba nuevas exigencias para su reproducción. En l955 la Confederación General Económica elevaba un informe económico explicando la necesidad de "renovación de equipos de toda índole". El país seguía prácticamente sin industria siderúrgica, reducida en su expresión. Y la revista Metalurgia informaba en marzo de l955: "Un elevadísimo porcentaje de la potencia energética instalada en la República está llegando, o ha llegado ya, a su límite técnico de vida" (26). Así finalizaba por agotamiento, una política que careció de un proyecto burgués autónomo y mucho menos revolucionario. El lenguaje abandona su demagogia y se pone el acento en la necesidad de acrecentar la productividad. Así se realiza en marzo de l955 el Congreso de la Productividad y Bienestar Social entre los dirigentes de la CGT y los empresarios nucleados en la Confederación General Económica, sin arribar a ningún acuerdo. Se dicta también una Ley de Inversiones Extranjeras que permitía a las Empresas retirar del país un mayor porcentaje sobre las ganancias. Para ese entonces, el gobierno ya se veía abandonado por antiguos apoyos como el de la iglesia, su aliada de las primeras horas. Perón recurriría a sus amenazas de renuncia a efectos de movilizar a la CGT, ocasión en la cual desplegaría una arenga de singular virulencia contra la iglesia. Luego vendrían el ataque a las iglesias céntricas ante la indiferencia policial y el golpe donde más dolía: la ley de divorcio y el cese de flujos de fondos estatales. Pero esto no constituiría tampoco una política continuada. Casi de inmediato, Perón ofreció reparar por cuenta del Estado, los daños en las iglesias y deslindó claramente la acción de algunos clérigos de la iglesia como institución, a la que siempre consideró uno los pilares de su doctrina. Así lo expresó reiteradamente confirmando siempre que la misma estaba inspirada en las encíclicas papales. Ya veremos en ocasión de su regreso, muchos años después, su ligazón con las finanzas del Vaticano. Después del incalificable bombardeo sobre Casa de gobierno y Plaza de Mayo, luego de fracasado el intento de golpe, Perón hizo objeto al Ejército -que no había adherido al conato- de los más encendidos elogios que pueda imaginarse, especialmente al ministro de Guerra Gral. Lucero. Sin embargo los acontecimientos posteriores mostrarían que ya no había unanimidad en el seno del ejército. En la situación de debilidad en que se encontraba el régimen, tanto la burguesía como el imperialismo contaban con representantes más seguros y confiables que Perón. De ahí que su desplazamiento fuera madurando. Por otro lado, la única fuerza que podía oponerse a la burguesía y el imperialismo, la de los trabajadores, dado su aparatismo burocrático y la falta de autonomía política, no se encontraba en condiciones de emprender un proceso revolucionario. Perón fue el primero en desalentar cualquier intento en el camino hacia un objetivo al que nunca adhirió. Algunos sectores de los trabajadores, iniciarían entonces una larga marcha... 1973/74: Tercer Gobierno de Perón El tercer gobierno de Perón permitiría observar con mayor nitidez, cuanto se ha dicho en la primera parte. Pero la situación del país, con su carga de dramatismo, era muy distinta. El Mito de Perón había sido alimentado por las políticas de los gobiernos que le sucedieron y por su proscripción. Ahora la clase media y el estudiantado - que otrora constituyeran baluartes antiperonistas- se habían "peronizado" en su gran mayoría. Los jóvenes estudiantes sufrían la sociedad que habitaban y soñaban con una "revolución" que, supuestamente podría realizarse bajo la conducción de Perón. En realidad, su actitud de clase, en una situación totalmente diferente, concordaba con la que habían mantenido casi 30 años antes y que los llevara al enfrentamiento con Perón. La clase obrera, entretanto recorría un difícil camino: la burocracia había logrado perdurar, ya que su existencia es necesaria al régimen. Perón por su parte, había mantenido una constante acción política bajando órdenes y contraórdenes por medio de sus delegados celebrando entrevistas, mandando mensajes grabados, etc. Pero entre los trabajadores, ciertos sectores, aún minoritarios, daban muestras de una creciente conciencia e independencia de clase y especialmente a partir de la dictadura del general Juan Carlos Ongania se vertebró no sólo una resistencia sino un intento de desafío al sistema así como la articulación de una contraofensiva. Argentina se había convertido en un campo de batalla preñado de posibilidades. En medio de dramáticos aconteceres -cuyo estudio constituye una imprescindible tarea- asumiría por tercera vez la presidencia de la Nación, el Tte. Gral. Juan Domingo Perón, luego de un impresionante triunfo electoral (con el 6l,8% de los votos) lo que por otro lado evidenciaba el amplio espectro social que constituía ese apoyo. En octubre de l973, y en medio de las tensiones sociales y políticas que se desarrollaban, grandes capas de la burguesía aterrorizada, veían a Perón como el posible pacificador y salvador del orden y ya no se opondrían a él. Por el contrario, sectores del estudiantado y del proletariado lo visualizaban como el posible conductor de una "revolución nacional y socialista". Nada mejor entonces, que constatar los hechos. A partir de mayo del 73 (fecha en que asume el poder Héctor J. Cámpora), Perón procede a desalentar todo intento de continuidad de actividades "subversivas" (cuyo accionar había propiciado respecto a los Montoneros), ve con aprehensión la liberación total de los presos políticos, y otorga al sector más derechista de su Movimiento, con la jefatura del Cnel. de Inteligencia Jorge Osinde, la organización del acto de recepción con motivo de su llegada a Buenos Aires el 20 de junio de l973. Este acontecimiento culmina con la llamada "masacre de Ezeiza". El discurso de Perón, posterior a estos hechos revela un claro respaldo al sector reaccionario organizador del acto, pese a que muchos de sus partidarios intentaron otra interpretación. Con respecto a sus planes de gobierno, Perón había manifestado la necesidad de un pacto social. Asimismo, y relacionado con apoyos económicos, viajaba en el avión Licio Gelli, quien más tarde sería condecorado por el propio Perón. Sus conexiones con la Logia P2 son evidentes y múltiples. Desde el punto de vista de la política interna, la llamada "Jotapé" y los sectores combativos del movimiento, recibirían mazazo tras mazazo. En efecto, ya en el Congreso Nacional del Partido Justicialista, de agosto de l973, triunfó la fórmula presidencialista Perón-Perón, con María Estela de Perón como candidata a vicepresidenta, contra la propuesta de la "izquierda" del partido. Como siempre, se imponía la derecha con la aquiescencia de su jefe. Teniendo en cuenta la edad de Perón, esta determinación significaba una desaprensión política difícil de igualar. Asimismo Perón insistió en la unificación en una CGT burocratizada. En el Consejo Superior del Partido se nombraba a personajes como Norma Kennedy y Julio Yessi; éste último era aceptado como el auténtico representante de la Juventud mientras que era conocida su relación con los servicios represivos, contrarios a la Jotapé. Desde el punto de vista de la legislación laboral se volvería a implantar el arbitraje obligatorio, con la correspondiente promulgación por el Congreso. Otro jalón fue la nueva Ley de Asociaciones Profesionales que permitió la prolongación por cuatro años en su mandato, de los burócratas sindicales y la intervención de filiales que pronto se concretó con las consideradas rebeldes (Salta, Neuquén). Otro tanto ocurrió con sindicatos sancionados por sus direcciones nacionales (Luz y Fuerza de Córdoba, Smata Córdoba, etc). A ello siguió la ley de Reformas al Código Penal que implantaba la represión ideológica y cuya sanción provocó la renuncia de 8 diputados de la Jotapé, que no quisieron rubricarla pero tampoco desobedecer a Perón. Por otra parte, con anterioridad a la asunción de Perón, pero estando éste ya electo, y con su presencia, tuvo lugar una reunión reservada con todos los gobernadores provinciales, en la que se impartieron, a través de un documento, las más severas instrucciones en cuanto a que "los grupos o sectores que en cada lugar actúan invocando adhesión al peronismo y al general Perón, deberán definirse públicamente en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta lucha. Asimismo, deberán acatar estas directivas." En el punto 6 se especificaba: "Se impedirá toda propaganda de los grupos marxistas, máxime cuando se presenten como si fueran peronistas, para confundir. Se impedirá la difusión por todos los medios". El punto 8 , Medios de Lucha, decía: "Se utilizarán todos los que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan, será apreciada por los dirigentes de cada distrito". En cuanto a la "unidad" se especificaba que "las orientaciones y directivas que emanen del general Perón en el orden partidario o en función de gobierno, serán acatadas, difundidas y sostenidas, sin vacilaciones ni discusiones de ninguna clase, y ello como auténtica expresión de la verticalidad que aceptamos los peronistas"(27) A través de éstas y otras instancias, se puede vislumbrar el tremendo desgarramiento interno que sacudía al "Movimiento". Este desgarramiento afectó a muchos militantes que habían adherido a esta concepción movimientista, cuya dirección real escapaba de sus manos. La propia historia, se encargaba de iluminar la discutida figura del líder y de desentrañar su esencia. Concluía la trayectoria del hijo pródigo de una clase social, que ahora sí, lo comprendía a través de la concreción de estos actos de gobierno, encaminados a su salvación. Aunque desde el punto de vista histórico esto es irrebatible, queda todavía una tarea de profunda revisión que las masas ya están realizando eficazmente, confiando en el desarrollo de sus propias fuerzas. La terrible parábola que describió el peronismo hasta llegar a nuestros días, no es ajena a estas reflexiones. Nada es casual en la historia: la falaz "tercera posición", la consideración de la lucha de clases como algo superado, la flexibilidad y actualización de una doctrina híbrida, el alineamiento internacional, todo ello desembocaría -ante una nueva fase del desarrollo capitalista- en esta asfixiante realidad en que estamos inmersos. Tampoco son ajenos a estos avatares, las incomprensiones, los sectarismos u oportunismos en que incurrió la izquierda tradicional. La hora actual plantea la necesidad de unirse en torno de determinados ejes, asumiendo y sosteniendo claras identidades, sin caer en aras de ello, en oportunismos complacientes ni en estériles sectarismos.

Notas:
1.- V.I. Lenin. Tomo XXII Artes Gráficas Columpio.
2.- En l94l ya había 44l.4l2 trabajadores sindicalizados; en l945 eran 528.523, en el 47 un millón y medio para llegar en l95l a los tres millones. (Alberto Ciria ob. citada y Luis Cerrutti Costa, "El sindicalismo, las masas y el poder).
3.- Elena Susana Pont: Partido Laborista: Estado y Sindicatos. CEAL y Alberto Ciria: Perón y el Justicialismo. Ed. Siglo XXI.
4.- Elena Susana Pont. Ibidem
5.-Cipriano Reyes: Yo hice el l7 de Octubre, Memorias. Ed. GS
6.- Ibidem
7.- El texto puede ser hallado en múltiples publicaciones. Ver Historia del Movimiento Obrero Nº 63. Hugo Leguizamón, C.E.A.L
8.- Alfredo Parera Dennis. Fichas de Investigación Económica y Social. Nº 3. sept. l964.
9.- Ibidem.
10.- Elena Susana Pont. Ob. citada.
11.- Carlos S. Fayt. La Naturaleza del Peronismo. Ed. Viracocha.
12.- Diario Página. l2. 28/2/93. Tomás Eloy Martínez.
13.- Juan Carlos Torre. La caída de Luis Gay. Todo es Historia Nº 89, octubre l974
14.- Jorge Correa. Los Jerarcas Sindicales. Ed. Obrador. Y Juan Domingo Perón: Conducción Política. Ed. El Mundo Peronista.
15.- Alberto Ciria: Perón y el Justicialismo. Colección Mínima Nº 43. Ed. Siglo XXI.
16.- Las Veinte Verdades del justicialismo también pueden leerse, entre otros documentos en Alberto Ciria, ob. citada pag. l23)
17.- Ibidem.
18.- León Trotsky. Literatura y Revolución. Ver Fichas de Investigación Económica y Social. Nº 3.
20.- Milcíades Peña: El Peronismo. Selección de documentos para la Historia. Ediciones Fichas. l973
21.- Alberto Ciria. Ob. citada. 22.- I.A.P.I. Memorias l95O.
23.- Milcíades Peña. Ob. citada, IAPI Memorias.
24.- Ibidem
25.- Ibidem
26.- J.S. Villafañe. La Economía Argentina y el Peronismo.
27.- Diario La Opinión. 2/lO/l973.

Abril de 1993

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